lunes, 13 de abril de 2015

UN MARINERO QUE SE LAS TRAE









Por Martín Fernández, 12/04/2015.

Buscando escribir sobre algún héroe, entre varios que recuerde, decidí hacerlo por quien todos los contemporáneos conmigo conocemos y que apreciamos desde la niñez. Su valentía,  perseverancia, sentido de la justicia y bondad, son algunos de sus valores que nos transmitió. Se trata de Popeye El Marino, a quien he entrevistado a través de mis recuerdos y haciendo algunas investigaciones en la red, y aquí están sus respuestas.

-   MF: Buenos días, antes de iniciar esta entrevista, quiero agradecerle y decirle que está en la libertad de contestar como mejor lo desee o negarse a hacerlo, mi deseo es que se sienta cómodo. Si alguna de mis preguntas le resultara impertinente, por favor, me lo hace saber y desde ahora le pido disculpas por ello. Para empezar con buen pié ¿Cómo le gustaría que le llamara?

-   P: Popeye, simplemente Popeye, a secas.

-   MF: ¿Algún apodo?

-   P: no me gustan los apodos, en la escuela hubo un niño que se atrevió a decirme Popy, y lo colgué del pantalón de la torre de la Iglesia, en el campanario, justo a las 12 del mediodía, casi queda sordo. Así que, si quieres perder los sesos atrévete a llamarme por ese apodo jahajahajaha, lo digo en serio.

-   MF: entendido. ¿En qué lugar y cuando naciste?

-   P: no recuerdo, eso fue hace mucho tiempo. Mi padre era marinero, así que supongo que nací en un pueblo pesquero. En cuanto a mi fecha de nacimiento, solo puedo decirte que soy más viejo que tú. Cuando comencé a trabajar fue el 17 de Enero de 1929, ya adulto, casi calvo, y me inicié como personaje secundario de un comics de Segar Thimble Theater que publicaba el vespertino New York Evening Journal, donde por cierto, fue cuando conocí a Olivia Olivo, quien era la protagonista principal.

-   MF: son muchos años.

- P: si, son muchos años. Luego, me dieron protagonismo principal en las historias, compromiso que acepté siempre y cuando Olivia siguiera conmigo, porque ya para ese momento éramos novios.

-   MF: un noviazgo que duró por siempre. ¿Por qué nunca te casaste con ella?

-  P: influyeron varios factores que no me animaron a tan noble compromiso, pero el principal fue que me aterró el hecho de pensar quedarme en un solo sitio, en tierra, y como bien sabes, soy un hombre de mar. Pero, después de todos estos años, reconozco que debí hacerlo, ella era una mujer formidable, bella, estoy seguro que su esbelta y alta figura la hubieran convertido en una fuerte candidata al concurso de belleza nacional, sin embargo, le bloqueé ese potencial al pedirle que me ayudara con Cocoliso, mientras salía a mis aventuras marinas. Su generoso amor hacia mí y a ese niño, como madre sustituta, se merecía ser correspondida plenamente con el matrimonio.

-   MF: seguro ella lo entenderá. Ya que me mencionas a Cocoliso, quisiera que me aclararas algo. Según pude averiguar, en 1933 recibiste por correspondencia al niño y lo adoptaste inmediatamente, lo cual es una acción de profunda bondad. Pero, esto me parece muy extraño, ¿Cocoliso no será hijo tuyo, como producto de tus infinitas aventuras de mar y de tantos pueblos pesqueros visitados?, ya sabes, una novia en cada puerto.

-   P: no voy a contestar a esa pregunta.

-  MF: Discúlpame Popeye, te importuné. Dime algo, ¿Nunca pensaste en establecerte en tierra, en montar un negocio?

-   P: Si lo pensé, y con Olivia echamos números. Nuestra idea era montar un negocio de venta de hamburguesas, pero con un concepto novedoso, se trataba de lo que actualmente denominan “comida rápida”, es decir, la gente era atendida y estaba comiendo al poco tiempo de su pedido. Pensábamos en montar un primer local de prueba, para que la gente empezara a conocer el servicio, luego venderíamos la franquicia en royaltys para que se reprodujera el negocio en distintas partes del país. En menos de diez años seríamos multimillonarios.

-   MF: ¿Qué pasó que no lo hicieron?

-   P: se nos ocurrió consultarle al mayor conocedor de hamburguesas del pueblo, a Pilón. Él nos dijo que no era buena idea, porque las mejores hamburguesas son las artesanales, y que industrializar ese producto nos llevaría al fracaso. Nuestra sorpresa fue, que al cabo de poco tiempo el traidor de Pilón montó su negocio,  nos había robado la idea, creó una franquicia que se extendió por el mundo “Mc Pilón”.

-  MF: ¡Que decepción!,  una última pregunta para terminar esta entrevista. ¿Por qué la Bruja del Mar y Bluto te odiaban tanto?

-   P: La Bruja del Mar, que era la última bruja de la tierra, nunca me perdonó que a comienzos de mis aventuras en el mar, rescatara a la Gallina Mágica que estaba en su poder, hazaña que casi me cuesta la vida y que gracias a esta ave y a los poderes que me dió, pude resucitar. Y Bluto me odia por envidia, porque tengo a mi bella Olivia y soy mejor marinero que él.

-   MF: ¡Que bien! jajaja. El tiempo se nos ha acabado, quiero agradecerle lo amable que ha sido en esta conversación y espero que tengamos otra oportunidad, quedaron temas sin tratar, como los poderes de la espinaca, su mascota Jeep que era como un extraño perrito, que ya no fuma pipa, y de sus tremendos sobrinos Papeye, Pepeye, Pipeye y Pupeye, que hoy son grandes empresarios y dueños de la franquicia Popeye Frie Chicken, competencia de Mc Pilón. Por favor Popeye, me gustaría que se despidiera como siempre lo hace.

-   P: Gracias a ti por la entrevista, espero que sea todo un éxito, y me despido con mi cancón favorita:    
Popeye el marino soy, uhuuuh, 
sentado en un almohadón, uhuuuh, 
comiendo espinaca, 
besando a la flaca, 
Popeye, el marino, soyyyyyy, uhuuuh,



FIN

HISTORIA DE CAMA

Por Martín Fernández
06/04/2015

Esta historia se refiere a un mensaje de whasapp que recibí en mi celular, enviado por mi hija Vicky, cuando me encontraba a punto de echarme a la cama para jugar con la televisión, que es cuando uno trata de ver varias películas y series al mismo tiempo, y tener éxito de entender la trama y el final.

Estoy seguro que mi hija tenía buena intención con dicho mensaje, pero había algo que no me gustaba de él, espero que estén de acuerdo conmigo, el cual decía así:

Día 30/03/2015, hora de recibido: 19:58.
Una novia le dice a su novio...
¿Me quieres?, y él le contesto que no.
¿Piensas que soy bonita?, y él contestó que no.
¿Me tienes en tu corazón?, y él contestó que no.
¿Si me fuera, llorarías por mi?,  y también contestó que no.
Ella triste se dio media vuelta para irse, y él la agarró del brazo y le dijo:
-  No te quiero, te amo.
-  No pienso que seas bonita, pienso que eres hermosa.
-  No estás en mi corazón, eres mi corazón.
-  No lloraría por ti, moriría por ti.
Hoy, a media noche, tu amor se va a dar cuenta de que te ama.
Algo bonito te va a pasar mañana entre la 1 y las 4 de la tarde.

Hasta ahora todo iba bien, y continúa el mensaje diciendo:
Da igual donde estés: en Internet, en el colegio, en el trabajo....si rompes esta cadena tendrás mala suerte en 9 relaciones durante 9 años. Envíalo sólo a 9 personas, ¡No repitas la persona! ¡SUERTE!.

Al leer esto me dije, “que mensaje tan bonito y romántico, para cagarla en el último momento”, y exclamé ¡Una cadena, que vaina!, “mañana mismo llamo a mi hija y le explico que no debe mandar estos tipos de mensajes, que no se debe creer en estas maldiciones y que no debemos poner a personas que apreciamos en estos apuros”. Fue entonces cuando decidí eliminarlo y, contradiciendo la supuesta maldición, rompí con esta cadena, además, estoy en contra de todo lo relacionado con “cadenas”.

Seguí viendo mi televisión, entreteniéndome con dos películas a la vez, que casualmente eran románticas, una “El Diario de Noa” y la otra “La Casa del Lago”, aunque ya las había visto, me enganché en ellas hasta quedarme profundamente dormido. Pasado el tiempo escucho sonidos de disparos y explosiones, al entreabrir un solo ojo, porque el otro estaba renuente de despertar, me percaté que la televisión seguía encendida, fue entonces que extendí mi brazo para apagarla, y seguí con mi descanso.

¡Dios, ya amaneció!, me dije luego de darme cuenta de la fuerte iluminación de mi habitación, donde la luz entra por la ventana, la cual está orientada hacia el asomo del día. Cuando veo el reloj son las 8:30 am, pegué un grito ¡Carajo, es tarde!, tenía que dar clases en el colegio dentro de media hora, menos mal que se encuentra cerca, solo a cuatro cuadras o 15 minutos caminando. Me meto a bañarme y encuentro que no sale agua caliente, cuando me fijo veo que el calentador está desenchufado, anoche se me había olvidado conectarlo, pues ni modo, con agua fría a la ducha. Me vestí lo más rápido que pude y salí rumbo al colegio.

Mientras caminaba con paso ligero de verdadero vencedor, ponía en orden la agenda del día en mi cabeza, a las 11 am habré terminado mi clase, de allí regreso a mi casa para hacer la maleta, almuerzo algo, a las 2:00 pm  tengo que estar listo, Mariale me pasa buscando a las 2:30 pm, vamos al aeropuerto, y a las 3:30 pm estaremos a tiempo para chequearnos en el vuelo para Hawai. Mientras seguía recapitulando mi agenda mental, me acercaba a la intersección con la avenida y me doy cuenta que estoy a unos segundos de poder cruzar según el semáforo de peatones, el hombrecito de verde en el postecito me dice “tres, dos, uno”, apuro el paso y solo alcanzo a empezar a cruzar con el “uno” e inmediatamente me sale la “mano roja” para que me detenga, justamente en el medio de la avenida, los vehículos empezaron a cornetearme y algunos más acalorados a gritarme “abusador, muévete”. ¿Por qué no me quedé quieto antes de cruzar?, ¿Cuál es el apuro si estoy a tiempo?, me dije para mis adentros mientras corría para terminar de cruzar, pero cuando casi llegaba a la acera, una ciclista despalomada ha cruzado tan cerca que casi me lleva por delante, solo atinó a mi carpeta donde llevaba los exámenes que tenía que aplicar en clase, los cuales unos volaron y otros se esparcieron en el piso. Ella casi se cae de la bici, gracias a Dios que no fue así, hubiese sentido con un cargo de conciencia debido a mi imprudencia, pero se detuvo y me dijo hasta del mal que me iba a morir, Yo solo pude decirle “disculpe, perdone, no fue mi intención”, se volvió a incorporar en su vehículo y con un gesto de desprecio con la mano siguió su camino.

Como pude recogí los exámenes esparcidos en la calle, algunas personas sintieron compasión conmigo y me ayudaron, mientras los carros pasaban pisándolos. Llegué 15 minutos retrasado al salón de clases, antes había avisado que estaba retrasado, los muchachos tenían el salón alborotado, tuve que poner orden con un tono riguroso. Ramón, el más revolucionario de todos, quien se sintió con derecho a exigir una compensación, me dijo “maestro, debe eliminar una de las preguntas”, a lo que respondí algo furioso “te sientas, te callas y me haces el examen, sino te vas a afuera y lo haces con el Rector”, palabra mágica en los muchachos, nadie desea enfrentarse con ese señor.

Era un examen de lapso, no tan difícil, pero largo. Como había llegado tarde, tenía que extender la hora de su terminación. Al cumplirse el tiempo, a las 11:15 am, dije “se acabó el tiempo, entreguen”, pero aún quedaba un grupo numeroso de alumnos, entre ellos Ramón, quien mostraba una cara de desespero porque necesitaba obtener una buena evaluación para poder pasar la materia, y me pide “por favor profe, dennos 15 minutos más”, a lo que le respondí “tienes todo el año haciendo lo que te viene en ganas, si le hubieras dedicado algo más a la materia, no estuvieses pasando trabajo ahora”, pero su cara era un poema de terror, ¿Qué será lo que le pasaría en casa si reprueba?, pensé; entonces accedí y prolongué el tiempo.

Ya faltando 5 minutos para finalizar la prueba, mientras miraba a Ramón, quien borraba, escribía y volvía a borrar, y su cara sudorosa, se escuchó un estruendo fortísimo, una explosión en el colegio, todos en el salón brincamos del susto, algunos salieron despavoridos del salón. Al instante empezamos a oler a humo, me asomé a la puerta y escucho a la profesora Patricia, quien venía corriendo aterrada, “el laboratorio de química explotó”, a lo que inmediatamente le pregunto gritando porque siguió su andar ¿había alguien en el laboratorio?, y a lo lejos le logro escuchar una negativa, lo cual fue un gran alivio. Inmediatamente, alisto a los alumnos para el desalojo inmediato del salón y ponerlos fuera de todo peligro, según el procedimiento establecido en caso de emergencias. Los muchachos en fila de dos en dos, “conserven la calma, no corran, caminen ligero”, les digo. En el trayecto del camino Ramón me sale con una de las suyas “profe, el examen debe suspenderse para otro día, no se cumplió con el tiempo establecido”, a lo que respondí “Si Ramón, lo pasamos para otro día, pero igual lo vas a tener que presentar, y si no te preparas, la vas a pasar mal”, y seguidamente afirmé mentalmente “Este muchacho se perfila como profesional del derecho, y del bueno”.

Este incidente en el Colegio, originó que suspendieran las clases, y tener que llamar a los representantes para que vinieran por sus hijos. Lo que significó para mí un retraso importante, tuve que llamar a Mariale y decirle que pasara por mi casa, agarrara mi maleta, y que se fuera directo al aeropuerto, que Yo me iría en taxi más tarde. Ella no estaba muy satisfecha, pero no había otra, lo importante era llegar a tiempo para poderse chequear en el vuelo.

Ya resuelto todo en el colegio, llamo a mi taxista de confianza, quien se encontraba en la zona y pudo llegar rápidamente. “Buenas tardes señor Nicolás, vamos al aeropuerto y que sea ligero, tengo dos horas de retraso”, a lo que me responde “No se preocupe, nos vamos por la Libertador, luego por la Universidad, bajamos a Parque Central y caemos a San Agustín, y así acortamos distancia para empalmar a la Francisco Fajardo, y evitamos la cola que siempre se forma a la altura de Plaza Venezuela”,  y le pregunto en tono de duda ¿usted está seguro?, “recuerde que esa ruta a veces es un caos”, dicho y hecho, estando dentro de la trocha de la Libertador, empieza lo que se llama una cola cerrada, “lo que faltaba” me dije. Nicolás llama por la radio “041 llamando a Central, estoy en un 36 sobre la 85, alguien sabe que pasa”, al rato se escucha la radio decir, “hubo un 67 en la 85, a la altura de 27”, y Nicolás me traduce, “hay un choque en la Libertador a la altura de Maripérez”, a lo que me dije aguantándome la rabia “Dios, estoy a la altura del Bosque, soberana cola, por qué este chofer no llamó antes por la radio”, respiré hondo y pensé que no había nada que hacer, entonces me dije “el día de hoy no ha sido amable conmigo, pero no me daré por vencido”, me bajé del carro sin pagarle al mediocre y caminé hasta la rampa de salida más cercana. Tomé otro taxi, al cual le insistí que se fuera por Plaza Venezuela y empalmara a la autopista Francisco Fajardo.

Ya en la autopista Caracas – La Guaira, iba conversando por celular con Mariale, me decía que se acercaba la hora de dirigirse a la puerta de embarque, le dije que dejara el boarding pass en la taquilla de la aerolínea. Ella me insistía que no llegaría a tiempo, y que estaba muy decepcionada porque había planificado este viaje con mucha anticipación, que ella resolvió a tiempo los trabajos pendientes y por qué Yo no hice lo mismo, por qué tenía que dar clases hoy, si hubiese programado el examen un día antes o después de viaje, el cual solo era por una semana, no hubiese ocurrido este problema.

Llegué al aeropuerto internacional de Maiquetía, bajé corriendo del taxi, luego de su paga merecida, pregunté por la ubicación de la aerolínea y para colmo se encontraba en el otro extremo. Conseguí la taquilla, le pregunté a la señorita por mi boarding pass, pero me dijo que era tarde, que ya la gente estaba abordando el avión. Luego de tantas súplicas, la moza accedió a darme el pase y salí corriendo hasta llegar a la Puerta Nº 4, según se señalaba en el ticket, pero para mi sorpresa se estaba embarcando la gente de otro vuelo, le pregunté a la aeromoza de embarques y me dice que cambiaron la puerta de salida, que los trasladaron a la número 15. ¿Qué está pasando hoy? me pregunté, y sin pensarlo salí corriendo, pero esta vez, como alma que lleva el diablo, hasta alcanzar la vendida puerta, pero para mí frustración ya habían cerrado y el avión ya se estaba desplazando a la pista para despegar. Llamé a Mariale a su celular, me habló con disgusto y me dijo que igualmente iba a disfrutar sus vacaciones, y le respondí “No te preocupes, veré la forma de llegar hasta Hawai, así sea en burro”. Un hombre vestido como piloto, que me había escuchado, se me acerca y me dice al oído “Yo lo llevo a Hawai por US$ 5.000”, le respondí inmediatamente “Caramba señor, me parece mucho, ni el cupo CADIVI me alcanza para eso” y le pregunté ¿No me llevará por US$ 2.000? Estuvimos un momento negociando hasta convenir en la cantidad de US$ 3.500, Yo me decía “Si estuviera Ramón aquí, hubiera conseguido un mejor precio, seguro”.

No conozco mucho de avionetas, pero me parecía que iba a viajar en una tipo jet. Despegamos en la pista pequeña, el aparato se puso en el cielo en un tirón, sentí que mis tripas cambiaron de lugar. Al rato, luego de establecernos en la altura correspondiente, el piloto me invita a pasar a la cabina, fue emocionante ver tantos aparatos y tener una amplia visual del cielo nublado. Luego de una hora de viaje, le pregunté en cuanto tiempo estaríamos en la isla, y me afirmó “En una hora más llegaremos”, ¿Cuánto quieres apostar que estaremos aterrizando primero que el avión que perdiste?, no podía creer lo que me estaba diciendo. Ya casi la hora, el piloto me señala “Tierra”, no había sentido tanta emoción de alegría, el corazón lo tenía desbocado.

Comenzamos a descender cuando de repente escucho una alarma, y el avión empieza a temblar, grito con desesperación ¿Qué vaina está pasando?, sin ánimo de recibir una respuesta, todo estaba claro, nos estamos estrellando, extrañamente se me vino a la mente la película de “El Náufrago” con Tom Hanks, será que me voy al baño del jet, quizás sobreviva. La alarma seguía sonando con más agudeza y del parabrisas del avión veo que Hawai se quema toda, y al momento me doy cuenta ¡es fuego en el avión! me dije, y escucho una voz en el fondo de mi inconsciente que me dice “Estúpido, despierta que ya amaneció”, es cuando me doy cuenta que me encontraba en un sueño, que el brillo del supuesto fuego era el sol entrando por mi ventana, y la alarma de emergencia, el despertador.

Me levanté de la cama sudando y alterado, luego de tomarme un vaso de agua para reponerme del susto, inmediatamente llamé a mi hija para pedirle que por favor me volviera a mandar el mensaje de anoche, y esta vez, seguir con la cadena, no quiero una maldición de desamor, quien sabe, pero de que “vuelan, vuelan”.

FIN