Por Martín Fernández
06/04/2015
Esta historia se refiere a un mensaje de whasapp que
recibí en mi celular, enviado por mi hija Vicky, cuando me encontraba a punto
de echarme a la cama para jugar con la televisión, que es cuando uno trata de
ver varias películas y series al mismo tiempo, y tener éxito de entender la
trama y el final.
Estoy seguro que mi hija tenía buena intención
con dicho mensaje, pero había algo que no me gustaba de él, espero que estén de
acuerdo conmigo, el cual decía así:
Día 30/03/2015, hora de recibido: 19:58.
Una novia le dice a su novio...
❤ ¿Me quieres?, y él le contesto que no.
❤ ¿Piensas que soy bonita?, y él contestó que no.
❤ ¿Me tienes en tu corazón?, y él contestó que no.
❤ ¿Si me fuera, llorarías por mi?, y también contestó que no.
❤ Ella
triste se dio media vuelta para irse, y él la agarró del brazo y le dijo:
-
No te quiero, te amo.
-
No pienso que seas bonita, pienso que eres
hermosa.
-
No estás en mi corazón, eres mi corazón.
-
No lloraría por ti, moriría por ti.
❤ Hoy, a
media noche, tu amor se va a dar cuenta de que te ama.
❤ Algo
bonito te va a pasar mañana entre la 1 y las 4 de la tarde.
Hasta ahora todo iba bien, y continúa el mensaje
diciendo:
Da
igual donde estés: en Internet, en el colegio, en el trabajo....si rompes esta
cadena tendrás mala suerte en 9 relaciones durante 9 años. Envíalo sólo a 9
personas, ¡No repitas la persona! ¡SUERTE!.
Al leer
esto me dije, “que mensaje tan bonito y romántico, para cagarla en el último
momento”, y exclamé ¡Una cadena, que vaina!, “mañana mismo llamo a mi hija y le
explico que no debe mandar estos tipos de mensajes, que no se debe creer en
estas maldiciones y que no debemos poner a personas que apreciamos en estos
apuros”. Fue entonces cuando decidí eliminarlo y, contradiciendo la supuesta
maldición, rompí con esta cadena, además, estoy en contra de todo lo
relacionado con “cadenas”.
Seguí
viendo mi televisión, entreteniéndome con dos películas a la vez, que
casualmente eran románticas, una “El Diario de Noa” y la otra “La Casa del Lago”,
aunque ya las había visto, me enganché en ellas hasta quedarme profundamente
dormido. Pasado el tiempo escucho sonidos de disparos y explosiones, al
entreabrir un solo ojo, porque el otro estaba renuente de despertar, me percaté
que la televisión seguía encendida, fue entonces que extendí mi brazo para
apagarla, y seguí con mi descanso.
¡Dios,
ya amaneció!, me dije luego de darme cuenta de la fuerte iluminación de mi
habitación, donde la luz entra por la ventana, la cual está orientada hacia el
asomo del día. Cuando veo el reloj son las 8:30 am, pegué un grito ¡Carajo, es
tarde!, tenía que dar clases en el colegio dentro de media hora, menos mal que
se encuentra cerca, solo a cuatro cuadras o 15 minutos caminando. Me meto a
bañarme y encuentro que no sale agua caliente, cuando me fijo veo que el
calentador está desenchufado, anoche se me había olvidado conectarlo, pues ni
modo, con agua fría a la ducha. Me vestí lo más rápido que pude y salí rumbo al
colegio.
Mientras
caminaba con paso ligero de verdadero vencedor, ponía en orden la agenda del
día en mi cabeza, a las 11 am habré terminado mi clase, de allí regreso a mi
casa para hacer la maleta, almuerzo algo, a las 2:00 pm tengo que estar listo, Mariale me pasa
buscando a las 2:30 pm, vamos al aeropuerto, y a las 3:30 pm estaremos a tiempo
para chequearnos en el vuelo para Hawai. Mientras seguía recapitulando mi
agenda mental, me acercaba a la intersección con la avenida y me doy cuenta que
estoy a unos segundos de poder cruzar según el semáforo de peatones, el
hombrecito de verde en el postecito me dice “tres, dos, uno”, apuro el paso y
solo alcanzo a empezar a cruzar con el “uno” e inmediatamente me sale la “mano
roja” para que me detenga, justamente en el medio de la avenida, los vehículos
empezaron a cornetearme y algunos más acalorados a gritarme “abusador, muévete”.
¿Por qué no me quedé quieto antes de cruzar?, ¿Cuál es el apuro si estoy a tiempo?,
me dije para mis adentros mientras corría para terminar de cruzar, pero cuando
casi llegaba a la acera, una ciclista despalomada ha cruzado tan cerca que casi
me lleva por delante, solo atinó a mi carpeta donde llevaba los exámenes que
tenía que aplicar en clase, los cuales unos volaron y otros se esparcieron en
el piso. Ella casi se cae de la bici, gracias a Dios que no fue así, hubiese
sentido con un cargo de conciencia debido a mi imprudencia, pero se detuvo y me
dijo hasta del mal que me iba a morir, Yo solo pude decirle “disculpe, perdone,
no fue mi intención”, se volvió a incorporar en su vehículo y con un gesto de
desprecio con la mano siguió su camino.
Como
pude recogí los exámenes esparcidos en la calle, algunas personas sintieron
compasión conmigo y me ayudaron, mientras los carros pasaban pisándolos. Llegué
15 minutos retrasado al salón de clases, antes había avisado que estaba retrasado,
los muchachos tenían el salón alborotado, tuve que poner orden con un tono
riguroso. Ramón, el más revolucionario de todos, quien se sintió con derecho a
exigir una compensación, me dijo “maestro, debe eliminar una de las preguntas”,
a lo que respondí algo furioso “te sientas, te callas y me haces el examen,
sino te vas a afuera y lo haces con el Rector”, palabra mágica en los
muchachos, nadie desea enfrentarse con ese señor.
Era un
examen de lapso, no tan difícil, pero largo. Como había llegado tarde, tenía
que extender la hora de su terminación. Al cumplirse el tiempo, a las 11:15 am,
dije “se acabó el tiempo, entreguen”, pero aún quedaba un grupo numeroso de
alumnos, entre ellos Ramón, quien mostraba una cara de desespero porque
necesitaba obtener una buena evaluación para poder pasar la materia, y me pide
“por favor profe, dennos 15 minutos más”, a lo que le respondí “tienes todo el
año haciendo lo que te viene en ganas, si le hubieras dedicado algo más a la
materia, no estuvieses pasando trabajo ahora”, pero su cara era un poema de
terror, ¿Qué será lo que le pasaría en casa si reprueba?, pensé; entonces
accedí y prolongué el tiempo.
Ya
faltando 5 minutos para finalizar la prueba, mientras miraba a Ramón, quien
borraba, escribía y volvía a borrar, y su cara sudorosa, se escuchó un
estruendo fortísimo, una explosión en el colegio, todos en el salón brincamos
del susto, algunos salieron despavoridos del salón. Al instante empezamos a
oler a humo, me asomé a la puerta y escucho a la profesora Patricia, quien
venía corriendo aterrada, “el laboratorio de química explotó”, a lo que
inmediatamente le pregunto gritando porque siguió su andar ¿había alguien en el
laboratorio?, y a lo lejos le logro escuchar una negativa, lo cual fue un gran
alivio. Inmediatamente, alisto a los alumnos para el desalojo inmediato del
salón y ponerlos fuera de todo peligro, según el procedimiento establecido en
caso de emergencias. Los muchachos en fila de dos en dos, “conserven la calma,
no corran, caminen ligero”, les digo. En el trayecto del camino Ramón me sale
con una de las suyas “profe, el examen debe suspenderse para otro día, no se
cumplió con el tiempo establecido”, a lo que respondí “Si Ramón, lo pasamos
para otro día, pero igual lo vas a tener que presentar, y si no te preparas, la
vas a pasar mal”, y seguidamente afirmé mentalmente “Este muchacho se perfila
como profesional del derecho, y del bueno”.
Este
incidente en el Colegio, originó que suspendieran las clases, y tener que
llamar a los representantes para que vinieran por sus hijos. Lo que significó
para mí un retraso importante, tuve que llamar a Mariale y decirle que pasara
por mi casa, agarrara mi maleta, y que se fuera directo al aeropuerto, que Yo
me iría en taxi más tarde. Ella no estaba muy satisfecha, pero no había otra,
lo importante era llegar a tiempo para poderse chequear en el vuelo.
Ya
resuelto todo en el colegio, llamo a mi taxista de confianza, quien se
encontraba en la zona y pudo llegar rápidamente. “Buenas tardes señor Nicolás,
vamos al aeropuerto y que sea ligero, tengo dos horas de retraso”, a lo que me
responde “No se preocupe, nos vamos por la Libertador, luego por la Universidad,
bajamos a Parque Central y caemos a San Agustín, y así acortamos distancia para
empalmar a la Francisco Fajardo, y evitamos la cola que siempre se forma a la
altura de Plaza Venezuela”, y le
pregunto en tono de duda ¿usted está seguro?, “recuerde que esa ruta a veces es
un caos”, dicho y hecho, estando dentro de la trocha de la Libertador, empieza
lo que se llama una cola cerrada, “lo que faltaba” me dije. Nicolás llama por
la radio “041 llamando a Central, estoy en un 36 sobre la 85, alguien sabe que
pasa”, al rato se escucha la radio decir, “hubo un 67 en la 85, a la altura de
27”, y Nicolás me traduce, “hay un choque en la Libertador a la altura de
Maripérez”, a lo que me dije aguantándome la rabia “Dios, estoy a la altura del
Bosque, soberana cola, por qué este chofer no llamó antes por la radio”,
respiré hondo y pensé que no había nada que hacer, entonces me dije “el día de
hoy no ha sido amable conmigo, pero no me daré por vencido”, me bajé del carro
sin pagarle al mediocre y caminé hasta la rampa de salida más cercana. Tomé
otro taxi, al cual le insistí que se fuera por Plaza Venezuela y empalmara a la
autopista Francisco Fajardo.
Ya en
la autopista Caracas – La Guaira, iba conversando por celular con Mariale, me
decía que se acercaba la hora de dirigirse a la puerta de embarque, le dije que
dejara el boarding pass en la taquilla de la aerolínea. Ella me insistía que no
llegaría a tiempo, y que estaba muy decepcionada porque había planificado este
viaje con mucha anticipación, que ella resolvió a tiempo los trabajos
pendientes y por qué Yo no hice lo mismo, por qué tenía que dar clases hoy, si
hubiese programado el examen un día antes o después de viaje, el cual solo era
por una semana, no hubiese ocurrido este problema.
Llegué
al aeropuerto internacional de Maiquetía, bajé corriendo del taxi, luego de su
paga merecida, pregunté por la ubicación de la aerolínea y para colmo se
encontraba en el otro extremo. Conseguí la taquilla, le pregunté a la señorita
por mi boarding pass, pero me dijo que era tarde, que ya la gente estaba
abordando el avión. Luego de tantas súplicas, la moza accedió a darme el pase y
salí corriendo hasta llegar a la Puerta Nº 4, según se señalaba en el ticket,
pero para mi sorpresa se estaba embarcando la gente de otro vuelo, le pregunté
a la aeromoza de embarques y me dice que cambiaron la puerta de salida, que los
trasladaron a la número 15. ¿Qué está pasando hoy? me pregunté, y sin pensarlo
salí corriendo, pero esta vez, como alma que lleva el diablo, hasta alcanzar la
vendida puerta, pero para mí frustración ya habían cerrado y el avión ya se
estaba desplazando a la pista para despegar. Llamé a Mariale a su celular, me
habló con disgusto y me dijo que igualmente iba a disfrutar sus vacaciones, y
le respondí “No te preocupes, veré la forma de llegar hasta Hawai, así sea en
burro”. Un hombre vestido como piloto, que me había escuchado, se me acerca y
me dice al oído “Yo lo llevo a Hawai por US$ 5.000”, le respondí inmediatamente
“Caramba señor, me parece mucho, ni el cupo CADIVI me alcanza para eso” y le
pregunté ¿No me llevará por US$ 2.000? Estuvimos un momento negociando hasta
convenir en la cantidad de US$ 3.500, Yo me decía “Si estuviera Ramón aquí,
hubiera conseguido un mejor precio, seguro”.
No
conozco mucho de avionetas, pero me parecía que iba a viajar en una tipo jet.
Despegamos en la pista pequeña, el aparato se puso en el cielo en un tirón,
sentí que mis tripas cambiaron de lugar. Al rato, luego de establecernos en la
altura correspondiente, el piloto me invita a pasar a la cabina, fue
emocionante ver tantos aparatos y tener una amplia visual del cielo nublado.
Luego de una hora de viaje, le pregunté en cuanto tiempo estaríamos en la isla,
y me afirmó “En una hora más llegaremos”, ¿Cuánto quieres apostar que estaremos
aterrizando primero que el avión que perdiste?, no podía creer lo que me estaba
diciendo. Ya casi la hora, el piloto me señala “Tierra”, no había sentido tanta
emoción de alegría, el corazón lo tenía desbocado.
Comenzamos
a descender cuando de repente escucho una alarma, y el avión empieza a temblar,
grito con desesperación ¿Qué vaina está pasando?, sin ánimo de recibir una
respuesta, todo estaba claro, nos estamos estrellando, extrañamente se me vino
a la mente la película de “El Náufrago” con Tom Hanks, será que me voy al baño
del jet, quizás sobreviva. La alarma seguía sonando con más agudeza y del parabrisas
del avión veo que Hawai se quema toda, y al momento me doy cuenta ¡es fuego en
el avión! me dije, y escucho una voz en el fondo de mi inconsciente que me dice
“Estúpido, despierta que ya amaneció”, es cuando me doy cuenta que me
encontraba en un sueño, que el brillo del supuesto fuego era el sol entrando
por mi ventana, y la alarma de emergencia, el despertador.
Me
levanté de la cama sudando y alterado, luego de tomarme un vaso de agua para
reponerme del susto, inmediatamente llamé a mi hija para pedirle que por favor
me volviera a mandar el mensaje de anoche, y esta vez, seguir con la cadena, no
quiero una maldición de desamor, quien sabe, pero de que “vuelan, vuelan”.
FIN