domingo, 20 de diciembre de 2015

LA HISTORIA ES LO MÁS IMPORTANTE

Martín Fernández, 20/12/2015

En mi interés por la escritura, he tenido la oportunidad de leer el Libro “Mientras Escribo” de Stephen King (segunda edición febrero 2004, traducción de Jofre Homedes Beutnagel, impreso en Venezuela por Editorial Melvin C.A. en septiembre de 2010), un texto con más de 300 páginas, el cual me prestaron, siendo ésto una ventaja porque no tuve que comprarlo y después acumularlo en mi biblioteca, pero la desventaja es que cuando leo para aprender acostumbro a subrayar y escribir notas al margen de las páginas, algo que no podía hacer en este caso. Así que se me ocurrió tomar notas en una libreta, para luego escribirlas en este texto y poder compartirlo con amigos que estén en mi misma sintonía. Mi intención no es sustituir el libro, más bien los invito a leerlo por completo.

De todos los consejos de Stephen, hubieron dos que me resaltaron: uno, quizás el más importante, es que la historia es lo más importante, que hay que concentrarse en el cuento y reducir a su mínima expresión los desvanes descriptivos; el otro, se refiere a que siempre tengamos lista nuestra caja de herramientas, haciendo similitud con un plomero o un mecánico, porque uno nunca sabe cuando va a necesitar una fórmula literaria (herramienta) que fortalezca nuestra historia.

A continuación se presentan unas cuantas citas textuales de consejos que Stephen escribe en dicho libro, las cuales considero que hay tener siempre presentes. Espero que lo disfruten.

Página 41
“Si no hay objeción, me gustaría aclarar algo lo antes posible. No hay ningún Depósito de Ideas, Central de Relatos o Isla de los Best-séller Enterrados. Parece que las buenas ideas narrativas surjan de la nada, planeando hasta aterrizar en la cabeza del escritor: de repente se juntan dos ideas que no habían tenido ningún contacto y procrean algo nuevo. El trabajo del narrador no es encontrarlas, sino reconocerlas cuando aparecen.”

Página 72
“Del poema también me gustó su ética del trabajo, señal que escribir poesía (o cuentos, o ensayos) tenía tanto que ver con fregar suelos como los episodios míticos de revelación. En A Raisin in The Sun, la novela de Lorraine Hansberry, hay un fragmento donde un personaje exclama:  «!Quiero volar! !Quiero tocar el Sol!», y su mujer le contesta: «Primero cómete los huevos fritos».”

Página 82
“...Escribir es una labor solitaria, y conviene tener a alguien que crea en tí. Tampoco es necesario que hagan discursos. Basta, normalmente, con que crean.”

Página 86
En relación con el aprendizaje que tuvo escribiendo Carrie White, Stephen dice:
“...Aprendí dos cosas: primero, que la impresión inicial del autor sobre el personaje o personajes puede ser tan errónea como la del lector. Segundo (pero no en importancia), darse cuenta de que es mala idea dejar algo a medias solo porque presente dificultades emocionales o imaginativas. A veces hay que seguir aunque no haya ganas. A veces se tiene la sensación de estar acumulando mierda, y al final sale algo bueno.”


Página 39
“Se empieza así: poniendo el escritorio en una esquina y, a la hora de sentarse a escribir, recordando el motivo de que no esté en medio de la habitación. La vida no está al servicio del arte, sino al revés.”

Página 119.
“El acto de escribir puede elaborarse con nerviosismo, entusiasmo, esperanza y hasta desesperación (cuando intuyes que no podrás poner por escrito todo lo que tienes en la cabeza y el corazón). Se puede encarar la página en blanco apretando los puños y entornando los ojos, con ganas de repartir ostias y poner nombres y apellidos, o porque quieres que se case contigo una chica, o por ganas de cambiar el mundo. Todo es lícito mientras no se tome a la ligera. Repito: no hay que abordar la página en blanco a la ligera.”

Página 129
“...Poner el vocabulario de tiros largos, buscando palabras complicadas por vergüenza de usar las normales, es de lo peor que se le puede hacer al estilo.”

Página 130
“...Recuerda que la primera regla del vocabulario es usar la primera palabra que se te haya ocurrido, siempre y cuando sea adecuada y dé vida a la frase. Si tienes dudas y te pones a pensar, alguna otra palabra saldrá (eso seguro, porque siempre hay otra), pero lo más probable es que sea peor que la primera, o menos ajustada a lo que querías decir.”

Página 133
“Una gramática defectuosa genera frases defectuosas.”
“La persona que tiene nociones básicas de gramática descubre en su núcleo una simplicidad reconfortante, donde lo único imprescindible son los nombres, palabras que designan, y los verbos, palabras que actúan.”

Página 137
“También te habrás fijado en que, partida en dos ideas, la idea original es mucho más fácil de entender. Es una manera de facilitarle las cosas al lector, y siempre hay que pensar primero en el lector; sin él solo eres una voz que pega rollos sin que la oiga nadie.”
“[...] desconfía del adverbio.”

Página 138
Sobre los adverbios, Stephen dice:
“[...] son como el diente de león. Uno en el cesped tiene gracia, queda bonito, pero como no lo arranques, al día siguiente encontrarás cinco, al otro cincuenta...y a partir de ahí, amigos míos, tendréis el cesped <<completamente>>, <<avasalladoramente>> cubierto de diente de león. Entonces los veréis como lo que son, malas hierbas, pero entonces, !ay!, entonces será demasiado tarde.”

Página 140
“La mejor manera de atribuir diálogos es <<dijo>>.”

Página 145
“Dentro de la narrativa, el párrafo está menos estructurado; en vez de melodía es ritmo. Cuanto más narrativa se lee, más se da uno cuenta de que los párrafos se forman solos. Como tiene que ser. Al escribir conviene no pensar demasiado en dónde empieza y termina el párrafo. El truco es dejar que siga su curso. Después, si no te gusta el resultado, lo arreglas y listo. Es lo que se llama revisar.”

Página 147
“...El lenguaje no está obligado a llevar permanentemente corbata y zapatos de cordones. El objetivo de la narrativa no es la corrección gramatical, sino poner cómodo al lector, contar una historia... y, dentro de lo posible, hacerle olvidar que está leyendo una historia [...] Escribir es seducir. La seducción tiene mucho que ver con hablar con gracia.”   

Página 158
Sobre la musa (Stephen le dice “muso“):
“...Existe un muso, pero no esperes que baje revoloteando y esparza polvos mágicos creativos sobre tu máquina de escribir u ordenador. Vive en el subsuelo. Es un habitante del sótano. Tendrás que bajar a su nivel y, cuando hayas llegado, amueblarle el piso. Digamos que te toca a tí sudar la gota gorda…”

Página 159
“Si quieres ser escritor, lo primero es hacer dos cosas: leer mucho y escribir mucho. No conozco ninguna manera de saltárselas. No he visto ningún atajo.”

Página 168
“...Cuando se escribe mejor (siempre, siempre, siempre) es cuando el escritor lo vive como una especie de juego inspirado. Yo, si quiero, puedo escribir a sangre fría, pero me gusta más cuando es algo fresco y quema tanto que casi no se puede tocar.”

Página 173
“...Llega el turno de la gran pregunta: ¿de qué escribirás? Y de una respuesta igual de grande: de lo que te dé la gana. Lo que sea…<<mientras cuentes la verdad>>.”

Página 174
Sobre qué escribir, Stephen sigue diciendo:
“...En mi opinión, lo que sería una pena es renegar de lo que conoces y te gusta…”

Página 176
“En general, la gente que compra libros no se guía por el mérito literario de una novela. Quieren una historia entretenida para el avión, algo que los cautive desde el principio, que los absorba y los impulse a girar la página. Esto, a mi juicio, ocurre cuando los lectores reconocen a los personajes, su comportamiento, su entorno y su manera de hablar. Una manera de que el lector se sienta dentro de la novela o el cuento es que oiga ecos muy fuertes de lo que vive y piensa. Mi opinión es que es imposible conseguir la conexión de manera premeditada, a base de estudios de mercado.”

Página 177
“Escribe lo que quieras, infúndele vida y singularízalo vertiendo tu experiencia personal de la vida, la amistad, las relaciones humanas, el sexo y el trabajo. Sobre todo el trabajo; no sé por qué, pero es así…”

Página 179
“ A mi modo de ver, todos los relatos y novelas consta de tres partes: la narración, que hace que se mueva la historia a A a B y por último hasta la Z, la descripción, que genera una realidad sensorial para el lector, y el diálogo, que da vida a los personajes a través de sus voces.
Te preguntarás dónde queda la trama. La respuesta (al menos la mía) es que en ninguna parte.”

Página 187
Sobre hacer argumentos, Stephen dice:
“...Ten presente que entre historia y esquema argumental hay una diferencia enorme. La primera es honrada y de fiar, mientras que el segundo es sospechoso y conviene someterlo a arresto domiciliario.”

Página 191
“La descripción convierte al lector en partícipe sensorial de la historia. A describir se aprende, que es una de las razones principales de que solo puedas hacerlo bien si lees y escribes mucho...Sólo aprenderás practicando.”

“El primer paso de la descripción es la visualización de lo que quieres hacer vivir al lector, y el último, trasladar a la página lo que ves en tu cabeza. Fácil, lo que se dice fácil, no es…”

“Una descripción insuficiente deja al lector perplejo y miope. El exceso de descripción lo abruma con detalles e imágenes. El truco es encontrar un buen punto medio. También es importante saber qué describir y qué descartar en el proceso principal, que es contar algo.”

Página 192
Sobre cuánto hay que describir, Stephen dice:
“...La descripción arranca en la imaginación del escritor, pero debería acabar en la del lector…”

“Para que el lector se sienta dentro de la historia, concedo más importancia al escenario y el ambiente que a la descripción de personajes.”

Página 194
“...Otra cosa importante que hay que recordar es que lo esencial no es el marco, sino la historia. No es aconsejable, ni en mi caso ni en el tuyo, hacer descripciones más frondosas de la cuenta solo porque sea fácil. No es esa la carne que hay que poner en el asador.”

Página 197
“Cuando un símil o metáfora no funciona, el resultado puede ser cómico o penoso. Hace poco leí esta frase en una novela que prefiero no nombrar: <<Se quedó sentado al lado del cadáver, impasible y aguardando al forense con la misma paciencia que si esperaba un sandwich de pavo>> Si hay una conexión esclarecedora, yo no la he captado. Por lo tanto, cerré el libro sin seguir leyendo…”

Página 198
“La clave de una buena descripción empieza por ver con claridad y acaba por escribir con claridad, mediante el uso de imágenes frescas y un vocabulario sencillo.”

Página 205
Sobre el diálogo y los personajes, Stephen dice:
“Se trata de dejar que hablen libremente todos los personajes, sin prestar atención a los criterios de la Legión de la Decencia.”

Página 216
“Truquitos y artilugios los hay de sobra…”

“Mi postura, en todos los casos, es muy sencilla. Lo tienes todo a tu disposición, y deberías usar cualquier artificio que mejore la calidad de lo que escribes sin interponerse en la historia. Si te gustan las aliteraciones…, no dudes en insertarlas y comprobar el efecto sobre el papel. Si parece que funciona, puede quedarse. Si no, para algo hay una tecla de borrar en el ordenador.”

Página 218
Sobre los simbolismos, Stephen dice:
“Si está y lo percibes, considero que deberías desenterrarlo con el mayor cuidado, pulirlo hasta que brille y tallarlo como hacen los joyeros con las piedras preciosas o semipreciosas.”

Página 220
“La capacidad de resumir y condensar es justamente lo que le da al simbolismo su interés, utilidad y, si se usa bien, capacidad de seducción. Podría decirse que es otra clase de lenguaje figurado.”

“¿Deduciremos que es imprescindible para que tenga éxito tu cuento o novela? Ni mucho menos. De hecho puede ser perjudicial, sobre todo si te dejas arrastrar. La función del simbolismo es adornar y enriquecer, no crear una sensación artificial de profundidad. Digámoslo claramente: los trucos de escritor no tienen nada que ver con la historia. Lo único que tiene que ver con la historia es la propia historia.”

Página 221
“...Yo creo que al releer (!y contar!) el original sabrás darte cuenta de si hay simbolismos. Si no lo hay, no intentes introducirlo a la fuerza. Si está, si queda clara su pertenencia al fósil que intentas desenterrar, apuesta por él. Poténcialo. Lo contrario sería ser tonto.”

Página 221
“...No es obligatorio que todos los libros rebosen simbolismo, ironía o musicalidad (por algo lo llaman prosa), pero soy de la opinión de que todos los libros (al menos los que vale la pena leer) hablan de algo. Durante la primera versión, o justo después de ella, tu obligación es decidir de qué habla el tuyo. Durante la segunda (o tercera, o cuarta) tienes otra: dejarlo más claro. Quizás te exija cambios o revisiones a gran escala, pero tú y el lector obtendréis el beneficio de una mayor nitidez y una mayor unidad del relato. Casi nunca falla.”

Página 233
Sobre la primera versión del libro y cuando deberías revisarlo para su corrección, Stephen dice:
“El tiempo de descanso que le concedas al libro (como cuando amasan el pan, lo dejan reposar y vuelven a amasarlo) depende exclusivamente de ti, pero considero que no debería bajar de seis semanas.”

Página 234
“Cuando haya llegado el día de la corrección [...], saca el original del cajón. Si parece una reliquia comprada en unos encantes que ni recuerdas, si te parece algo rarísimo, es que estas preparado.”

Página 235
Sobre la revisión de la historia, Stephen dice:
“Durante ella, la parte superior de mi cerebro piensa en la historia y en todo lo relacionado con la caja de herramientas: quitar pronombres cuyo antecedente no esté claro [...], añadir expresiones que aclaren el sentido y, claro está, eliminar por sistema los adverbios que puedan quitarse (que nunca son todos, ni suficientes).”

Página 251
Sobre la investigación que algunas historias requieren hacer, Stephen dice:
“Hazme un favor: sino tiene más remedio que investigar, porque hay partes de tu historia que tratan de cosas que conoces poco o nada, ten presente las palabras <<de fondo>>. Es donde le corresponde estar en la investigación: lo más al fondo que puedas ponerla.”

Página 255
Sobre la investigación, Stephen agrega:
“...En cuanto te sales de la norma del <<escribe de lo que sepas>> se vuelve inevitable investigar, y puede contribuir mucho a tu relato. Ahora bien, no pongas el carro delante de los bueyes. Acuérdate de que escribes una novela, no un ensayo. La historia siempre es lo primero.”

EL PODER DE UNA SONRISA

Martín Fernández 20/12/2015

¡Qué mejor regalo que una sonrisa! Esa acción que refleja un descanso momentáneo de la conciencia de sus avatares del día, para permitir que el alma destelle alegría, amor, buenos sentimientos, y todo aquello que signifique muestras de esperanza de un mundo mejor.

¡Qué sabroso es dar y recibir una sonrisa! Solo se necesita abrir nuestros corazones y desear a la persona todo lo mejor y al mismo tiempo decirle “Buenos días”, y de manera automática recibimos una respuesta de alegría, como agradeciendo la esperanza que hemos sembrado en su alma.

¡Qué nos cuesta una sonrisa! Es un pequeño esfuerzo de amabilidad que tiene un efecto multiplicador, solo se necesita unos segundos para transmitir esos buenos deseos y sonreír. No se trata de andar “pelando los dientes” a todo el mundo, pero esa amabilidad acompañada de dicho gesto facial no tiene precio.

¡Para recibir una sonrisa, hay que darla primero! Alguien tiene que dar el primer paso, pero no esperemos por el otro, porque puede ocurrir que los caminos se crucen sin hacerse sentir, entonces tomemos la iniciativa. Lo bueno es que siempre tendremos una buena respuesta, y mucho mejor sería si nos miramos a los ojos, puede suceder que descubramos algo más.


¡Aunque estemos en penumbra, una sonrisa ilumina el alma! Hay momentos que nos sentimos oscuros, sin ganas, derrotados, o como zombis que deambulamos por la calle rumbo al trabajo o de regreso cansados, y qué mejor regalo  es cuando recibimos una sonrisa, que no necesariamente tiene que ser de un conocido. Como la imagen de la Luna, que nos muestra su hermosura en la noche más oscura, ¿Por qué no reglamos sonrisas?, quien sabe y estamos salvando un alma perdida en su propia penumbra.