martes, 19 de mayo de 2015

PERDONAR EL PASADO

Martín Fernández, 18/05/2015.

Es necesario perdonar el pasado, me refiero a errores cometidos por nosotros, y por los nuestros y no tan nuestros, los cuales muchas veces los traducimos en fracasos. Nuestra mente nos trae el pasado para torturarnos, si la dejamos libre es como el salitre que corroe poco a poco el hierro, debilitando nuestra pasión de vivir el presente y la fe y esperanza en un mejor futuro.

Los malos recuerdos sin perdonar nos atascan en el pozo del miedo a vivir, porque pensamos que volverán a repetirse y que podrían significar un volver a fracasar. ¿Cómo seguir siendo valiente en la vida, si nuestra mente nunca olvida?, simplemente perdonando y dejando ir dichos recuerdos, cada vez que regresen.

La acción emocional de perdonar el pasado es como el desprendimiento de la costra de una herida que ha sanado, a pesar de las marcas o cicatrices que deja para no olvidarla. Estas señales que siempre llevaremos con nosotros serán demostraciones de nuestra capacidad de superarnos de las sorpresas de la vida, que siempre tendremos la fuerza interna para levantarnos de las caídas, sin importar que los rasguños sean en las rodillas, manos e incluso en la cara.

La vida es un mar de sorpresas, buenas y malas. Su diversidad es lo que finalmente la define, es lo hace que sea divertida. Si tenemos buenas experiencias, ¿por qué nos enfrascamos solamente en rumiar en los recuerdos venenosos?, detrás de la acción de perdonar surge una acción de reconocer algún aprendizaje, que algo bueno te dejó y hasta apreciar que existió algo generoso. Si vivimos sin juzgar, que las cosas pasan por algún motivo, que todo tiene su razón de ser y que Dios siempre nos tiene preparado algo mejor porque nos ama, no debemos preocuparnos de vivir la vida.

¿Pasado, presente y futuro, dónde quieres vivir? La mejor manera de estar en bienestar pleno es hacer lo mejor en el presente, así tendremos recuerdos hermosos y un buen porvenir.

jueves, 14 de mayo de 2015

YO QUIERO SER HÉROE

Por Martín Fernández, 11/05/2015

En mi locura ocurrencia de esta edad madura por la cual transito, que es distinto a estar en madurismo, tuve un empeño en querer ser un héroe, en convertirme en un superhumano, en aquella persona con poderes infinitos, con capacidad de dar vidas o de salvarlas, que pueda proteger a los desvalidos, que sea fuente de inspiración para liderar valores sobre el amor al prójimo y a la humanidad misma. Para lograr esto, ayer Domingo me fui a la Iglesia con el propósito de tener una conversación seria con Dios.

Estando en el templo de Dios, muy temprano en la mañana, sentado cerca del altar, comencé a suplicar para que me convirtiera en héroe, acompañando a esta invocación con varios Padre Nuestro y Ave María, que son los únicos rezos que recuerdo de inicio a fin. Luego de insistir por largo tiempo soportando el calor sofocante de estos días de Mayo, de la nada sale un pajarito revoloteando por encima de mi cabeza, se me parecía a un canario por su plumaje amarillo con tonos marrones.

¿Quieres ser héroe?, escucho claramente mientras el animalito seguía volando sobre mí. Empecé a mirar alrededor para ver si alguien me estaba vacilando, tal fue el esfuerzo que casi me tuerzo el cuello. 

¿Quieres ser héroe? vuelvo a escuchar, pero esta vez me di cuenta que era el bendito pájaro y rápidamente pensé que se trataba de un periquito o una especie de loro diminuto. 

Al rato veo que dicho parlanchín se posa sobre el tope del altar de la iglesia y mirándome fijamente me dice ¿Quieres o no, ser héroe? Inmediatamente me levanté del banco, mi corazón latía desbocadamente, mis piernas temblaban, ahora si sudaba de verdad, estaba realmente asustado, y pensaba que a mí sí me iban a tildar de loco por  escuchar a un pájaro. Solo se me ocurrió preguntarle ¿Quién eres?, sin dejar de mirarme me respondió “soy un mensajero de Dios, quien me pidió que conversara contigo”, e insistió con la pregunta ¿Quieres o no, ser héroe? Aún con dudas de lo que me pasaba, le respondí con voz temblorosa “sí, sí quiero ser héroe”, y luego de una pausa, con voz firme le hice una acotación bien seria “sí, sí quiero ser héroe, pero no cualquier héroe, quiero tener super poderes, ser invencible ante cualquier eventualidad, de energía inagotable y que no tenga que volar al Sol para recargarme, que pueda ejercer mi dominio solo con la mirada, que tenga la sabiduría suficiente para…”, es entonces cuando el canario me interrumpió diciéndome ¿Por qué no te callas?, “ya entendí lo que quieres ser”, y con voz arrogante me dice “Eso es pan comido, en realidad es muy sencillo, ya he convertido a muchas personas en esa clase de héroe”. Esto me decepcionó profundamente, pensaba que sería el único en este planeta.

El ya no tan simpático canario me aclara que tengo que hacer unos cuantos sacrificios, y me pregunta que si estaría dispuesto a hacerlo, a lo que dije “espera un momento, no me vas a decir que tengo que vender el alma al diablo”, y el pájaro me peló los ojos diciéndome “espero que estés bromeando, me refiero a los siguientes sacrificios”, y empezó a listarme:

Debes estar dispuesto a llevar un feto en tu vientre por 40 semanas, considerando que tu cuerpo se deformará, que tendrás cambios hormonales, aumentarás de peso y tendrás alteraciones emocionales.

-  Debes estar dispuesto a aguantar el dolor de parto, o que por medio de una cesárea te abran el vientre para sacarte el bebé.

-  Debes estar dispuesto a amamantar al bebé cada 3 o 4 horas, sin importar el sueño que tengas.

-  Debes estar dispuesto a desvelarte toda una noche vigilando el sueño de tu hijo cuando se encuentre enfermo.

-  Debes estar dispuesto a alimentar a tu hijo, aunque tengas que dejar de comer en ciertos momentos.

-  Debes estar dispuesto a vestir, llevar y recoger a tu hijo al colegio, trabajar y además, atender la casa.

-  Debes estar dispuesto a ser el líder de tu hijo guiándolo por el buen camino.

-  Debes estar dispuesto a reprimir a tu hijo cuando sea necesario, a pesar del profundo amor que le tengas.

-  Debes estar dispuesto a amar tu hijo tanto, que sacrificarías tu vida por él.

-  Por último, luego de todos estos sacrificios, debes estar dispuesto a dejarlo que se vaya para que haga su propia vida.


“Espera pajarito”, le interrumpí ya aturdido, ¿tú lo que quieres es convertirme en madre? Le pregunté. Quien me responde “eso es lo único que calza perfectamente con los poderes que me estas solicitando”. Solo pude asentar con mi cabeza que tenía razón, y le dije “ya existen suficientes heroínas en este planeta, mejor sigo siendo lo que soy, pero esta vez procuraré ser un mejor hijo y reconocer el valor de mi madre.