martes, 27 de enero de 2015

MANIFIESTO DE VIDA

Escrito por Martín Fernández, Diciembre 2014

  • Cuando tengas un problema que supones importante, solo tienes que descomponerlo en sus partes y clasifícalos según sus prioridades. Es entonces cuando debes ocuparte solo de aquellos que realmente la solución está a tu alcance, por los demás no te angusties, déjaselos a la vida que ella es sabia.
  • Cuando te encuentres en momentos críticos de la vida, mírate en un espejo para que te reconozcas, para que veas tu alma, te valores, y recuerdes quien eres y de tu potencial para seguir adelante.
  • Los lentes se usan hacia adelante, no en la nuca, por eso el pasado lo dejamos atrás y vivimos en el presente caminando hacia el futuro, persiguiendo nuestras metas sin perder la fe en Dios. 
  • Enfócate en pequeñas metas, es más fácil lograrlas y así no te agotas, y verás que con el tiempo habrás acumulado tantos logros que te producirán felicidad.
  • Anda por la vida con educación, deseando los buenos días y agradeciendo, siempre sonriente, verás cómo las personas te responden amablemente.
  • Es importante reconocer los logros y festejarlos, porque así estaremos satisfechos con la vida y podremos avanzar hacia otros retos.
  • Los problemas son solo eventos retadores que te hacen creativo para las soluciones, es entonces cuando aprendes y creces.
  • Con optimismo, paciencia y perseverancia, se logran nuestras metas, solo necesitas tener confianza en ti mismo.
  • Observa en silencio, piensa y analiza; luego, si tienes algo significativo e importante que aportar, actúa con prudencia.
  • Si en algún momento sientes que te falta amor, conéctate con tus hijos que son la batería perfecta para recargarse.
  • A los hombres buenos Dios les provee de bienestar, solo tienes que tener fe, paciencia y confianza.
  • Para sentir las emociones de la vida es necesario estar en el ahora, pensar en el presente.
  • Para entender los deseos y opiniones de los demás, tienes que escucharlos hasta el final.
  • Tus hijos te necesitan más como guía espiritual, que como amigo y menos como un jefe.
  • Cambiar es crecer, por eso atrévete a ampliar tu zona de confort, porque el éxito solo depende de ti. 
  • Ten paciencia con tus hijos, ellos necesitan explorar y aprender de sus propias experiencias.
  • Ama la vida con intensidad, con sinceridad, sin juzgar, con locura y pasión.
  • Aprecia la vida con todos los sentidos, incluyendo el corazón.
  • Dios no nos pone pruebas insuperables, siempre hace brillar una luz para la esperanza.
  • Siempre se aprende, solo debes estar dispuesto a ello y no dejar de asombrarte.
  • La única manera de apreciar los colores de la vida es mantener los ojos abiertos.
  • Vivir feliz no significa andar brincando, pero de vez en cuando hazlo.
  • Admite tus errores, es la manera más honesta de aprender.
  • No te lamentes de los malos recuerdos, aprende y avanza.
  • Usa más el instinto, confía en él, pero sin olvidar la razón.
  • Cuida a tu pareja, ámala con intensidad y sin condiciones.
  • Cuida tu cuerpo, es quien realmente te mantiene vivo.
  • Es importante respirar, y de vez en cuando suspirar.
  • En la vida enfócate en lo primordial, que eres tú.
  • Cuida las buenas amistades como un tesoro.

jueves, 15 de enero de 2015

EL HELADO, POSTRE QUE MERECE SU DÍA

Por Martín Fernández, Enero 2015

¿Quién no ha probado un helado? ¿A quién no le gusta?, en el caso de existir una persona que responda con un “Yo”, seguramente es un atorado de esos que para todo levanta la mano, y luego averigua de qué se trata, si es así, entonces que vuelva a leer la pregunta. Ya sea como raspado, cepillado, chupi-chupi, super sándwiches, pastelado, crema real, bati bati (con la bola de chicle en el fondo, sino no sirve), morochos (los favoritos para compartir con un amigo), barquilla (la hazaña es comerse lo de adentro sin morder la galleta, y solamente se valía hacerlo succionando desde la punta del cono), entre otros. Y qué me dicen de los helados tipo caseros en vasitos plásticos, que venden en una ventanita de una casa, con sabores a coco, toddy, leche condensada, o de frutas. Otra opción era y sigue siendo, cuando uno estaba en emergencia por el calor obstinante del día, nos las ingeniábamos para hacer muestro propio helado, congelando en vasitos cualquier jugo que estuviese disponible en la nevera, como de manzana, pera o naranja.

Los helados hacían famosos los sitios. ¿Quién no recuerda La Tomaselli o Crema Paraíso?, cuando los domingos nuestros padres mencionaban cualquiera de estos lugares, automáticamente nuestro cerebro empezaba a procesar que tipo de helado tocaba comerse esa vez. Y si nos llevaban a un restaurant a almorzar, que tuviese helado de postre, en caso contrario se descartaba para comer.

El helado siempre tiene espacio en nuestro estómago, a pesar de haber comido un almuerzo o cena hasta reventar. Esto se debe, a que el órgano ha evolucionado en el tiempo, para crear una inteligencia digestiva y engañar al cerebro, enviándole una señal de saciedad para finalizar el apetito por la comida, pero a su vez, creando las ganas de helado como postre.

¿Quién nos enseñó a comer helado? seguro todos sabemos la respuesta y coincidimos en que fueron nuestros padres, de la misma manera que lo vamos haciendo con nuestros hijos. El comer helado es una de las tradiciones más versátiles y universales que ha pasado de generación a generación. Es el segundo alimento que probamos, luego de la leche materna en la lactancia, y que no dejamos de consumir hasta que nos llegue la muerte. Quizás no olvidamos la primera vez que lo probamos, porque éramos bebés, pero seguramente recordamos ese día que nos quedamos inmóviles, por la sensación de un frío profundo, que de la boca subió por el tabique nasal para congelar el cerebro, como consecuencia habernos metido en un buen tajo de helado.  

Según la ciber-enciclopedia wiquipedia, el primer helado aparece en los años 4.000 a.c., el cual era una especie de pasta de arroz hervido con especias y leche, envuelta en nieve para solidificarla. En Persia, 400 a.c. aparece también. Alejandro Magno, Nerón y las cortes árabes, hacían sus cocteles de frutas endulzadas y los enfriaban con nieve traídas de las montañas por los esclavos. En China, el emperador Tang, entre 618 y 697 a.c., hacía su mezcla de hielo con leche. El aventurero Marco Polo, en el siglo XIII, llevó varias recetas de postres helados usadas en Asia, las cuales se volvieron populares en las cortes italianas, y en el resto de Europa. En 1986, el ciciliano Francisco Procope montó la primera heladería en París, reconocido por el Rey Luis XIV, en cuyo reinado comenzaron a prepararse los helados de vainilla y chocolate, mas tarde, los de crema de leche, y así evolucionaron hasta llegar a su forma actual. Luego, en 1913, se inventó la primera máquina para elaborar helados. Hay que agradecer que se inventaran las neveras refrigerantes, porque de no ser así, la sociedad mundial seguramente no estaría dividida en niveles socioeconómicos, sino en los consumidores de helados y los vendedores de hielo (que no serían esclavos, sino un grupo de personas visionarias, dueño de empresas instaladas en los polos Norte y Sur, sacando hielo), y hoy en día, el helado se cotizaría a precios superiores al barril de petróleo.

Hay razones suficientes para decretar la celebración del día del helado. Esto sería para reivindicar el honor de aquellos hombres que se esforzaron por la creación y evolución de este producto, desde aquellos esclavos que tenían que traer hielo desde las montañas, pasando por los viajeros que trasladaron las recetas, hasta aquellos que fueron perfeccionando la fórmula. Toda una odisea histórica. Además, cuál era y sigue siendo la verdadera razón de salir corriendo a la salida del colegio, ¿para ir a casa?, pues no, todo ese agite se debe al desespero para comprar el raspado o el helado, antes de que se fuera el transporte. Y pensándolo bien, ¿Que mayor ofrenda podríamos darles a los extraterrestres cuando nos visiten?, estoy seguro que si le preparamos un Banana Split, nos van querer como sus dioses.

¡Imagínense la forma de celebrar ese día!, habría expoferias donde podremos disfrutar de todos los tipos de helados, de todos los sabores, y hasta habría concursos para inventar sabores. En todas las heladerías habría descuentos sustanciosos en los precios. Las fábricas abrirían sus puertas para hacer visitas guiadas. Los buhoneros venderían helados con anuncios para enamorados “un helado regalado, es un amor asegurado”. Y lo mejor de todo, que ese día nos damos el gustazo de desayunar, almorzar y cenar helado.