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principios de este año visité las ruinas de la ciudad de Chichen Itzá, la cual
está ubicada en la península de Yucatán a unos 188 Km de Cancún, México. Esta
ciudad del período Mesoamericano fue fundada en el año 525 d.c., y fue el
principal centro de poder de la península Yucateca entre los años 900 d.c. y
1.500 d.c. En 1988 fue declarada por la UNESCO como patrimonio de la humanidad,
y en 2007 el Templo de Kukulcán (La Pirámide), que forma parte de ella, fue
reconocido como una de las nuevas maravillas del mundo. Además de esta obra, se
encuentran otros edificios emblemáticos y de valor artístico, tales como: El
Observatorio, Las Monjas, La Iglesia, La Casa Colorada, Templo de Osario, El
Castillo, El Templo de Los Guerreros y el Gran Juego de Pelota.
Al observar el templo de Kukulcán, que es una pirámide monumental, viene
a la conciencia preguntas como ¿Quienes diseñaron su estructura y orientación
para el equinoccio? ¿Cómo fue el proceso de su construcción? ¿Cuántos hombres
participaron en su construcción? ¿Cuánto tiempo llevó hacerlo? En fin, la
organización que tuvieron que tener para que por generaciones hubiese
continuidad hasta su finalización.
El Observatorio es una obra que representa el conocimiento y el avance científico de esta cultura, cuyos sabios estudiaron en el tiempo el curso del Sol, la Luna y la disposición de las estrellas en las noches.
El Campo de Juego, lugar de encuentro del pueblo
para un momento de recreación colectiva y de ritual religioso, es una
edificación que perfectamente representa el concepto arquitectónico y jerarquía
social que actualmente se viven en los stadium de juegos modernos (béisbol,
fútbol, rugby, etc.), tales como: el propio campo de juego donde los jugadores
interactúan, las gradas para la gente común y los lugares especiales para los
jerarcas o sacerdotes de aquella época. Estar en el medio de estas ruinas
y hacer un ejercicio de empatía hacia el pasado, se siente la emoción y la
energía que se pudo experimentar en ese lugar: la presentación por parte del
sacerdote o monarca, los gritos de ánimos de los espectadores, los jugadores de
los equipos corriendo para lograr lo que hoy en día llamamos “Gol” en el
futbol, y el final del juego donde hay un sacrificio humano como ofrenda a los dioses.
El estar en este lugar arqueológico, hace pensar que pronto seremos
historia como sociedad y que seremos recordados según los aportes que hagamos a
la humanidad. La existencia de un pueblo
con un desarrollo avanzado en lo cultural, religioso y científico, representado
en significativas obras arquitectónicas, nos demuestra lo relativo que es
nuestra propia existencia dentro de la evolución de la humanidad. En unos
cuantos años esta sociedad moderna que representa lo que somos, formará parte
de un pasado que quizás las generaciones futuras nos reconozcan por nuestras
ciudades en ruinas o sus visitas a museos y bibliotecas virtuales o de
otro tipo de dimensión, y entonces, seremos para ellos una sociedad antigua
que, si hacemos las cosas bien en este presente seremos admirados, en caso
contrario estaremos en el olvido.