martes, 16 de junio de 2015

ESTRELLAS

Por Martín Fernández, 02/06/2015.

“Mis amores vengan para mostrarles esta pintura”, les dice un hombre a sus dos hijos en un salón de exposición de arte, quienes salen corriendo para ponerse cada uno a su lado, sin antes forcejear y discutir por el lugar donde querían colocarse hasta que el padre les dice con tono de autoridad “pónganse de acuerdo”.
  • ¿Cuál pintura Papi?, pregunta la niña o más bien una preadolescente de 12 años, que casi logra la altura de su padre.
  • “La que está en el techo Vicky”, se adelanta a decir Juan quien es dos años menor, y que no pierde oportunidad para bromear.
  • “Gafo, tengo derecho a preguntar”, responde Vicky con temperamento.
  • “Ya basta, compórtense” interviene el papá inmediatamente antes de que extendieran la discusión de hermanos. “Noche estrellada sobre el río Rhone, de Vincent Van Gogh, es el cuadro que tenemos en frente”, continúa hablando el padre y luego de una pausa de varios segundos sentencia “me gusta”.
  • ¿Por qué te gusta papi?, pregunta Vicky.
  • Juan, luego de mirar la obra fijamente con el ceño fruncido e inclinando muy despacio la cabeza hacia un lado y luego al otro, buscándole sentido a la misma, le pregunta al padre ¿Estás hablando en serio Papi?,  “a mí me parece que al pintor le fallaba el pulso”, continuó diciendo.

Los tres se ríen  discretamente para no irrumpir el silencio de la sala por las ocurrencias de Juan, y cuando éste iba a seguir con otro de sus chistes Vicky le hace seña para que deje de hacerlo, con un gesto de apretón de labios y viéndolo a los ojos, lo cual Juan entendió perfectamente.
  • “Veamos bien la pintura”, les dice el papá, ¿Qué observan?
  • “Veo grandes estrellas en el cielo, sobre un río o lago”, dice Vicky la mas acuciosa.
  • “Y dos personas al frente papí”, dice Juan intempestivamente antes de que se le adelantaran.
  • “Un pequeño velero” dice Vicky.
  • “Y al fondo hay como un incendio” menciona Juan.
  • “No Juan, no es un incendio, son luces de los edificios que se encuentran al otro lado del río, las cuales se reflejan sobre las aguas”, le corrige el papá.
Vuelven nuevamente a reírse los tres por las ocurrencias de Juan,  pero esta vez sin reservas, alterando la tranquilidad del espacio y viendo como alrededor algunas personas los observaban y se contagian de la diversión.  
  • “El arte tiene su manera de interpretarse, pero si una obra te hace sentir emociones es cuando ha cumplido su objetivo. El paisaje me recuerda  el cielo de un pueblo donde viví como hace unos tres años, llamado Carmen de Uria, que se encontraba en el Litoral Central. En las noches el cielo era un tesoro lleno de estrellas, hasta ahora no he visto algo igual, me acostaba en la terraza del techo de la casa a contemplarlas, se podía identificar todas las constelaciones pero solo conocía la Osa Menor, la Osa Mayor y La Cruz del Sur. Habían algunas que su brillo era mucho más intenso las cuales quizás eran planetas, pero lo increíble es que pasaban las horas y no te cansabas de observar el cielo, y si tenías paciencia podrías hasta ver estrellas fugaces” Hablaba el papá con la mirada perdida en el cuadro y los niños escuchándolos con atención.
  • “Qué lindoi” Dice Vicky con un tono de ternura, y posando su cabeza sobre el hombro de su padre.
  • “Si detallan a la pareja, son unos abuelos abrazados y que están paseando juntos, como simbolizando el amor eterno en la grandiosidad del firmamento”, prosigue el papá para finalizar su contemplación.
  • ¿Qué romántico?, dice Vicky sobre el panorama descrito.
  • ¿Nos vamos papi?, interrumpiendo Juan el momento de inspiración de su padre, “es que ya me aburrí”, continúa diciendo.
  • “Si, veamos otra cosa”, le contesta el papá.
  • “Además papi, sin ánimo de ofender al pintor, me gusta más como tú pintas”, le dice Juan como tratando de arreglar su supuesta ofensa.
  • “Es cierto papi, tú lo haces mejor”, completa Vicky.

El padre se sonríe y los abraza agradeciendo el comentario de sus hijos, y continúan paseando agarrados de manos por el salón de arte.

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